7/22/2006

isla desierta

Si te fueras a vivir a una isla desierta....

Qué fantasía recurrente de la humanidad es la posibilidad de quedar solos en esa famosa isla solitaria.
Tan adictos al juego social y fantaseando con la soledad absoluta...me hace pensar....
Necesitados estamos de todos los objetos que nos rodean. Casi somos adictos a nuestras formas de vivir.
La naturaleza es una desconocida a la que maltratamos por ignorantes. Por haber crecido educados para la ciudad, para la vida en sociedad, para no ser "salvajes".
¿Qué hariamos realmente en una isla desierta? ¡Extrañar la civilización! Posiblemente nos pondríamos a dibujar a otras personas para no sentirnos solos de desesperación. En medio de la locura forjaríamos varias personalidades. Entraríamos en una necesaria esquizofrenia.
Las fantasías.
La naturaleza es una gran fantasía. Largar todo e irse a vivir al campo. Construir una casita en la montaña...es que tan lejos hemos quedado de ella, aunque inevitablemente nos rodea...
La hemos destruido y la añoramos.
La soñamos, la plantamos en macetas, tratamos de no olvidarla. Como si ya la supieramos muerta.
Quienes tienen dinero construyen barrios –bonitos neoghettos- , donde existe el pasto y los árboles, y pagan grandes fortunas por vivir allí. ¡Pagan por pasto! Pagan por aislarse. Por no ver. Y yo pago por vivir en una caja de cemento...tampoco puedo vanagloriarme de mi humanidad, ¿verdad?
¿Cómo hemos llegado con la supuesta evolución a vivir en metros cuadrados?
Seguramente ningún hombre primitivo podría haberse imaginado la idea de un edificio de departamentos.
Una casa sobre otra, cada vez más lejos de la tierra, del suelo. Techos y más techos y nadie mirando al cielo. Y nadie pisando tierra. El contacto con el cemento es lo cotidiano, nuestra segunda piel.
Y lo que solían ser aldeas, hermosas comunidades que vivían de la tierra, ahora son villas miseria. Barrios donde se agolpa la gente más pobre, que vive en la tierra pero sin saber nada de ella. Vivir en la naturaleza depende de tu status social. Si no tenés dinero vivirás en la suciedad, en la contaminación. Si lo tenés cortarás geométricamente el pasto cada mañana y cuidarás de tus rejas y sistemas de seguridad. Ya no hay grises salvo en muy pocas y bellas pinturas alejadas de las grandes urbes. Antes podías ser pobre pero comer frutos de los árboles, cultivar tus alimentos. Ahora la pobreza es también un problema ambiental. No hay conciencia de los poderes de la tierra. Todo poder ha pasado a provenir del dinero. El dinero da frutos, pero la tierra ya no. Todo viene listo para usar, todo es un bien canjeable por otro, y si quedás fuera del trueque estás listo.
Las pocas comunidades indígenas que subsisten no tienen medios para luchar contra los múltiples señores bennetton. El asunto de la propiedad privada les pasa por encima. Ellos que no tienen más contrato que aquel que han hecho con la tierra hace cientos de años. Ahora son soplados por el viento capitalista. Robados en sus narices.
Ellos que saben cómo tratar a la pacha mama la ven morir arrasada por cultivos de soja transgénica. Intoxicada. Masacrada. Ya nada crecerá allí. Y cuando eso suceda, los nómades modernos –ignorantes con dinero- se apoderarán de nuevas tierras. Y así sucesivamente como un círculo de estupidez infinita repetirán la ecuación. Sin sabiduría de la verdadera nos quedaremos secos, solos, castigados por la ambición de plástico que nos hemos creído. Sin tierras cultivables, sin agua potable, sin aire que respirar. Con montañas de basura bajo los pies. Todo tocado por el hombre, manoseado, violado. Envasado al vacío.
Realmente será una isla desierta!!!! O una bola llena de muerte.
Y la fantasía tonta se habrá cumplido...


(Y si, me puse pesimista...a veces sucede)